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Mientras caminaba hacia su casa, yo, por otra parte, en mi mente estaba vagando la idea de no saber qué hacer esa noche con Elizabeth; sabía que si su casa estaba sola, cosas bajas, burdas pasarían.

Seguía caminando por las penumbras y por la estrecha calle de Maple; el aire me erizaba la piel; estaba helado, casi sentía el frío en los huesos; eso me perturbaba más, caminar por las calles vacías a la luz de la luna.

Toqué la puerta de su casa; no pasaba nada y, esos segundos mientras esperaba, fueron horas en mi mente. Abrió la puerta de su morada, recibiéndome con un besó en la mejilla; pasé a la sala de su casa, cuando Eli se calló. No sabía que pasaba ni por qué ésta en silencio quedó; volteé a verla, estaba horrorizada y no dejaba de ver el techo: había gotas de sangre precipitándose en su rostro...

Hay que entender que la vida siempre será como ella quiera.
No podrás nunca hacer lo que tú quieras; es lo que ella dice.
Y es tonto pedir cosas al destino, inclusive decir cosas que no están en nuestras manos: "Quiero vivir sólo contigo" "Mañana seré diferente" "Te veré en la universidad" "Amigos por siempre" "Prometo que siempre estaré en contacto contigo" "Mejoraré mis calificaciones"...
El destino y la vida, toman papeles muy importantes y serios, podrás saber cómo ir el por el camino; podrás poner dedicación y esfuerzo a tus planes; nunca desviarte. Pero nunca evitarás lo que ellos dos te pongan.
Sólo queda decir que...
ya no puedo vivir sin ti ("[]").


Comenzaba la mañana y todo estaba normal, como cada sábado, con su respectiva rutina. Pero algo pasó que alteró todo.
Trazaba, dibujaba, alineaba (como quiera decirle) una figura borrosa en mi mente, que tenía que plasmar en papel. Total, decidí acostarme, relajarme y pensar un poco, como he de acostumbrar; una vez ahí, empezó el juego del mundo al revés, es decir, a ver imágenes que, al fin y al cabo, son invertidas por mi cerebro; mis párpados se fueron cerrando hasta culminar en el obscuro vació.
En el mundo de la fantasía yacía mi mente; comenzaba mi subconsciente a burlarse de lo que más anhelo, y creo historias transferidas desde lo más profundo, donde suelo esconder temores y alegrías; fue así como pasaron tres irreversibles sueños, donde experimenté bastantes sensaciones como para ponerme a pensar mucho.
Y el último, no lo recuerdo.

Mi único consuelo, para esa tarde vacía, fue agarrar un pedazo tela, que gira alrededor del cuello de una persona, para así oler un poco.