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Amanecer rojizo

Caminando por la vereda (...)


¿No pensarás que te quiero?
Ésas, fueron las palabras que bordeaban la mente de "El niño loco", pero la imagen fue vana, pues el llanto no tiene fin.

El niño loco suspiraba a cada instante, inclusive, parecía que su corazón vibrase al compás de su respirar; agarraba sus inertes manos tronando los respectivos dedos; la música lo envolvía cada vez más en un mundo que sólo él podía entrar; pensaba en los jugosos labios de "T" y en cómo podría resolver el conflicto de besarlos aunque sea una sola vez; los nervios le comían hasta las entrañas. ¡Tenía que verlo!
La estación llegó. Se paró del suelo con paso muy nervioso, o sólo, tal vez, estaba emocionado y no nervioso, caminando contemplaba a la muchedumbre: algunos parecían presurosos, otros parecían tener miedo, inclusive algunos, apostaba, parecían tan monótonos. -"Pues qué se le va a hacer"- dijo para apresurar el paso y llegar a la entrada de la "parada".
Tarde o temprano tenía que llegar, de éso, no le cabía duda. Esperaba ansioso en la inercia, hasta le gustaba oír a Santa María o morderse las uñas, bueno, esa manía la tenía desde hacía dos años -"¡Cuántas ganas tengo de besarlo!"-, no paraban esas palabras en su mente.
Terminó el aterrizaje y comenzó a caminar en ochos, tratando de calmar la ansiedad y culminar la ímpetu. Así que miraba al cielo con la mirada perdida en algún lejano lugar, pero no imposible en sus sueños. Seguía su paso manteniendo su mirada constante cuando por un momento sentía una mirada y tal vez una voz, pero no pondría sus manos al fuego por esto último, pues traía auriculares y giró la cabeza mientras bajaba un poco la mirada, tardó unos segundos en enfocar la imagen. Lo veía, pero no percibía que era él, se quitó los audífonos, lo miró de nuevo y con una gran sonrisa dijo "¡Hola!". [Su corazón parecía salirse de su cuerpo]

Comenzaba el juego, mas El niño loco parecía algo desconcertado. No produjo la feniletilamina que él esperaba y éso, no lo desanimó, pues disfrutó cada instante y más el verlo y ver su sonrisa que le parecía tan perfecta.¡Tenía que besarlo! No tenía agallas por hacerlo. "¡Todo o nada!" Prefería mantener el laso por más pequeño que fuera.Total, culminó la visita.

Trató de pensar qué faltó, no importa, lo disfrutó.
Pero se llevo una gran sorpresa: lo extrañaba.


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